STARFIELD [Review]

Título: STARFIELD
Género: Rol y mundo abierto.
Desarrollador: Bethesda Game Studios.
Editor: Bethesda Softworks.
Fecha de lanzamiento: 01/09/2023.
Precio: $11,999,00 ARS.
Plataformas: PC y Xbox Series S/X.
Disponible en: Steam.
Review: Realizado en su versión de PC con una copia de prensa proporcionada por Bethesda España.

Durante más de 15 años he recordado con lágrimas en los ojos el primer contacto que tuve con Fallout 3 en Playstation 3, como olvidar aquel majestuoso yermo radioactivo con sus peculiares protagonistas o la sensación de chocar con un nuevo punto de interés; refugios, oasis o el santuario de los sanguinarios. En ese momento no lo sabía. No era consciente de ello, pero Bethesda Softworks tenía una formula adictiva, que se convertiría en una potente cafeína por el resto de mis días. Cada mañana. Cada tarde. Cada noche. De pronto me volví adicto a su resquebrajado mundo virtual. Cuando creí estar listo para decirle adiós a su obra maestra encontraron la forma de atraparme, una vez más, con sus expansiones. Cada una más ambiciosa. Diferente. Única. Allá a donde mirase encontraba oasis radioactivos. Cada canción me recordaba a Radio Galaxia con Tree Dog. Cada lugar nuevo que encontraba era un mundo de posibilidades. Cada conversación se sentía como una “dura elección moral”. No podía evitar peinar minuciosamente cada uno de sus cuadrantes en busca de nuevos tesoros.

Poco a poco me sedujo la fórmula de Todd Howards e inconscientemente comencé a buscarla en cada juego que tocaba. No lo sabía, pero su obra hizo clic en mi interior. Me dio algo a lo que aferrarme cuando nada tenía sentido. Era un templo virtual. Y la llegada de The Elder Scrolls V Skyrim no haría más que confirmar lo evidente. Con su Dragonborn abrazaría el formato de mundo abierto hasta el infinito, y rompería todo tipo de barreras llevando a la franquicia hacia un nuevo mañana. No tardó demasiado tiempo para que el resto de estudios se subiera al trencito de los “open-world”. Bethesda Softworks ha hecho demasiado por la industria, tal es el caso que tienen una aventura para cada tipo de temática. ¿Te gusta lo medieval y las mazmorras con dragones? Allí tienes a The Elder Scrolls. ¿Acaso prefieres el tono post-apocalíptico de Mad-Max? Fallout es lo tuyo. Solo necesitaban cubrir un nuevo terreno con el que llegar a un público nuevo. Un público que creció mirando Star Wars o STARTREK soñando con la galaxia. Y… Bethesda Softworks se dedicó arduamente a crear este nuevo universo.

STARFIELD no solo se convertiría en uno de los juegos más esperados por la comunidad de jugadores en PC y Xbox, (siendo uno de los exclusivos que más ha dado que hablar), sino que también el proyecto más ambicioso de Bethesda. Uno que marcaría un punto de inflexión para el estudio americano. Todd Howard ha barajado la idea de trasladar su adictiva formula de chatarrero al inconmensurable vacío del espacio. Que mejor forma de hacerlo que, en un mundo totalmente nuevo con una escala sin precedentes. Sin ningún tipo de limitadores y con una abrasadora sensación de libertar. STARFIELD es simple y llanamente abrumador. Absurdamente inmersivo, una aventura genuinamente espacial con un enfermizo nivel de detalle en cada uno de sus apartados. Desde el botón más pequeño en los tableros eléctricos de sus cabinas espaciales hasta el horario local de cada planeta, (nótese Interstellar de Christopher Nolan). Bethesda ha pensado cuidadosamente en todo, con el fin de entregar una aventura inmersiva como ninguna otra. Eso no quita que este exento de presentar ciertos matices técnicos o jugables. Bien sabemos que el legado lo precede y Fallout 76 no ha sido exactamente un éxito. Pese a su desliz, Bethesda ha demostrado su compromiso con los jugadores, y ha continuado añadiendo contenido en cada nueva actualización para dejarnos una aventura más que competente.

Si algo gusta del estudio norteamericano es su pasión por contar buenas historias, y la de STARFIELD no es para menos. Bethesda dedica más de 25 años a crear un universo de ciencia ficción como ningún otro. Una autentica oda espacial con la que identificarnos como seres humanos, y esa inagotable llama de explorador que cargamos dentro. La constelación, el gran protagonista de esta aventura galáctica. Al abrir los ojos seremos escoltados por dos miembros de la empresa Argos Extractors que nos acompañaran a las profundidades de una cueva donde tendremos que recoger un artefacto de origen desconocido. Al interactuar con este elemento misterioso caeremos al suelo perdiendo el conocimiento. Al despertar nuestros compañeros solicitaran que confirmemos nuestra identidad mediante un localizador de registros.

En ese momento la pantalla tomara un cegador tono blanquecino para llevarnos a la tradicional pantalla de creación de personaje. En este menú encontraremos una potente herramienta interactiva de lo más variada con la que confeccionar nuestro avatar o seleccionar entre un selecto grupo pre-establecido. El editor de personajes está compuesto por cinco opciones ellas son: Identificación biométrica, cuerpo, rostro, antecedentes y rasgos. Como su nombre lo indica, la identificación biométrica recoge el nombre de nuestro protagonista al asignar un número de registro personal, que imita una banda electroforesis en gel, que se utiliza para leer el ADN, que puede ser modificada visitando una instalación de genética. Por su parte, el cuerpo ofrece una esfera con tres opciones marcadas: delgado, musculoso o pesado. A través de ellas podremos afinar el tipo de cuerpo que deseamos establecer para nuestro personaje. Esta cuadrícula contiene más de 100 opciones diferentes encontrando una armonía entre sus características. También hay tres modificadores adicionales para ajustar el tipo de cuerpo, el estilo de caminar y el tono de piel. Quizás donde más tiempo pasemos sea en el apartado de rostro, que ofrece una enorme lista de opciones con las que trastear como ser, tono de piel, musculatura, edad, dentadura, detalles en el rostro como cicatrices, tatuajes, tipo de cabello, vello facial, ojos, dientes, mandíbula, barbilla, cuello, nariz, orejas, mejillas, boca, joyas, y mucho más. Lo que facilita la creación de personajes detalles y diversos.

No sería una aventura de rol sin su dosis de personalidad con habilidades totalmente únicas, y justamente esa función cumple el fondo de personaje, que ofrece una extensa lista de habilidades totalmente únicas con las que equipar a nuestro personaje. El tipo de habilidad que seleccionemos genera un estilo de juego completamente único al generar opciones de dialogo totalmente propias de cada arquetipo, lo que puede llevar las conversaciones hacia otra dirección para resolver las situaciones de modo diplomático o por el contrario a través de la fuerza bruta, como también abriendo una cadena de misiones especiales.  Es posible elegir hasta tres rasgos, pero son completamente opcionales ya que tienen ventajas y desventajas. También vale la pena señalar que algunos no se pueden combinar con otros. Por ejemplo, no puedes elegir rasgos introvertidos y extrovertidos al mismo tiempo. Lo mismo se aplica a los rasgos religiosos, ya que ponerse del lado de una religión le impide disfrutar de las ventajas de otras.

Una vez listos podremos comenzar a vivir una épica odisea estelar en la que viajaremos por lo largo y ancho de la galaxia. Aterrizaremos en planetas inhóspitos de una salvaje flora y fauna extraterrestre con paisajes paradisiacos, mientras que otros serán mortíferas por sus clemencias climáticas con temperaturas brutalmente altas/bajas o la lluvia tóxicamente radioactiva. Visitaremos cuevas subterráneos, asentamientos y templos ancestrales. Formaremos alianzas con refugiados, federaciones galácticas, y flotas rebeldes con las que inclinar la balanza hacia nuestro favor. Todo sea para conseguir las reliquias y desenmarañar los secretos que se ocultan en el ominoso universo.

Debo admitir que la premisa principal de STARFIELD se sigue con gran interés, y tiene mucho material de donde rasgar. Toca temas que recordaran a Interstellar y esto captara inmediatamente la atención de cualquier fanático de la ciencia ficción. Los viajes estelares. Los efectos del calentamiento global. La prematura extinción de los recursos naturales. La colonización en otros planetas. El eterno deseo de hallar vida extraterrestre. La historia tiene muchísima atención y busca ese equilibrio con la propia realidad. Por momentos funciona tan jodidamente bien que incluso asusta, mientras que otras veces pasa algo más desapercibido escondido en una pizarra manchada con fórmulas matemáticas, que solo descubrirá el ojo más atento. Todos estos elementos ayudan a crear una ambientación convincente, un mundo de ciencia ficción con elcaracterístico sello de la casa Bethesda; esa absorbente narrativa emergente a través de documentos, libros, terminales de computación o pinchos informáticos.

La Logia y su ‘Constelación´ ese singular grupo de exploradores e inversores galácticos que desean desentrañar los misterios del universo serán personajes recurrentes en su premisa. Como consecuencia de ser su más reciente adhesión cruzaremos camino con cada miembro. A medida que avanzamos podrán acompañarnos en nuestras expediciones estelares para socorrernos en los tiroteos o convertirse en una más que aceptable mula de carga. Mientras más tiempo pasemos con ellos, más fácil será mejorar el vínculo afectivo, y al punto de enamorarse o comprometerse. Ciertamente, no esperaba terminar en pareja, pero el sexo tiene sus beneficios y será un medio inmediato para rascar algo más de experiencia.  Como la vida misma, las relaciones llevan tiempo y toca construir el vínculo gradualmente a través de conversaciones, colaboraciones y mucho apoyo emocional. El acompañante que seleccionemos responde dinámicamente en base a nuestras elecciones, de modo que si decidimos ser un asesino a sueldo y robar, pues… lo más seguro es que Sarah directamente ni se fije en nosotros. Sin embargo, si optamos por un camino mucho más bondadoso se desbloquearan opciones de dialogo con las que insinuar una relación.

Me ha dejado bastante sorprendido el toque humano que ha conseguido Bethesda, al grado de recordarme a Mass Effect 2 de Bioware con esa fuerte connotación en la tripulación. Aunque STARFIELD tiene un desarrollo mucho más pausado y gradual. Tal como sucedió con Red Dead Redemption 2 de Rockstar Games, STARFIELD es un juego que se cocina a fuego lento, y que en consecuencia, demanda muchísimo, pero… muchísimo tiempo. Pero sobre todo paciencia, tanto para su exploración abierta como en su sistema de crafteo. Es exactamente el tipo de juego que puedes amarlo por su enfermiza atención u odiarlo por la desesperación de su realismo. La historia principal es realmente atractiva y toca temas existenciales, filosóficos y profundos, pero no deja de ser justamente el comienzo de algo mucho mayor. La verdadera magia de STARFIELD comienza a saltar a la luz al culminar su campaña principal, y dar el salto a los confines de su galaxia de manera totalmente libre en su modo new game plus.

Siendo realista, STARFIELD luce exactamente como una fotocopia de Fallout o Skyrim, hasta el punto que prácticamente podría tratarse de un Fallout espacial, pero eso no tiene que ser algo malo. En lo absoluto. El diablo está en los detalles, y en Bethesda son realmente diabólicos cuando se lo proponen. Con la experiencia cosechada en sus antiguas obras han dado con la fórmula perfecta con la que crear adicciones. Uno de los cambios más radicales llega por su temática de ciencia ficción, que busca complacer los deseos de cualquier jugador, desde aquellos que solo desean perderse en la inmensidad del espacio explorando, como para aquellos que desean sacar su espíritu de arquitecto construyendo puestos y naves espaciales.

Siguiendo la línea de sus predecesores podremos optar entre una cámara en primera o tercera persona tanto en los momentos de exploración, como en la navegación estelar dejando escenas realmente vistosas en los combates espaciales. Una dulce manía para quienes tienen alma de fotógrafos. Al pisar los suelos notaremos una reducida e intuitiva interfaz de usuario, que no empaña en lo absoluto la pantalla con abusivos marcadores. Es más, tan solo encontraremos un pequeño mapa interactivo que recoge la información del planeta en el que actualmente nos encontramos, tales como punto de interés más cercano, rotación del planeta, cuanta luz del día podemos esperar, barra de estamina, oxigeno (O2) y el dióxido de carbono (Co2) en la superficie. Como también recuento de municiones y granadas en la parte inferior derecha. De igual forma si lo deseamos podremos activar el visor del casco para escanear el entorno y obtener mayor información sobre la flora/fauna local y los recursos disponibles. Esto último se realiza equipando un arma minera que permite desintegrar los trozos de roca para obtener valiosos minerales, que serán usados en las mesas de trabajo para craftear consumibles y mejoras para el traje espacial, casco, mochila propulsora, armas o en los puestos de avanzada.

En un principio el sistema de crafteo se siento algo condicionado por las propias limitaciones del nivel del personaje, pero mientras más tiempo dedicamos a la aventura conseguiremos nuevas habilidades con las que elaborar consumibles de salud o mejoras. Aunque tiene una pega, y justamente las habilidades también suben de nivel, por lo tanto, requieren de completar una serie de desafíos para desbloquear su siguiente nivel, es decir, usar el Jetpack en combate diez veces, desbloquear paneles de seguridad con los mini-juegos de ganzúas 25 veces. Solo de esa forma habilitaremos el siguiente nivel de una determinada habilidad. Seguramente suena pesado y algo cansino, sin embargo, será algo que desbloquearemos en la práctica mientras avanzamos y jugamos sin más. El árbol de habilidades está compuesto por físicas, sociales, combate, ciencia o tecnológicas, cada una de ellas abrirá un mundo de posibilidades jugables. Ya sea durante las charlas al ofrecer mayores posibilidades de persuadir a los NPCs o engañarlos por vías diplomáticas en lugar de recurrir a un combate frontal. De todas formas, si lo preferimos podremos optar por el camino de la violencia al estilo rambo machacando a cuantos personajes encontremos. Esto nos lleva directamente al Gun-Play, que no ha envejecido nada mal. Con Fallout ya se sentía de maravillas desenfundar el arma para comenzar a disparar e incluso su sistema VATS era sangrientamente divertido. Esto último ha desaparecido por completo, y en su lugar se ha optado por un ritmo de acción más natural y fluido. Además el propio Jetpack y las habilidades físicas ofrecen movimientos mucho más sueltos con los que preparar emboscadas o jugar con las alturas para atacar por sorpresa. Y esto será aún mejor cuando consigamos los poderes estelares en templos abandonados. Ese toque místico y ancestral le da una vuelta de tuerca bastante interesante, y recordara inmediatamente al icónico Dragonborn de The Elder Scrolls V Skyrim. Un ejército de un solo hombre en el que podremos pasar de armas blancas o de fuego a la telequinesis.

De una u otra forma, STARFIELD halla el modo de captar nuestra atención, y en consecuencia, desviarnos del tramo original. Claramente nos recompensara adecuadamente por las horas de sufrimiento que suponen sus retos. Cada uno de sus planetas tiene una inimaginable cantidad de contenido con el que mantenernos enamorados por un buen porrón de horas, días, semanas e incluso meses. Se necesitara mucho tiempo para analizar y descubrir en detalle cada uno de los misterios que esconden sus sistemas estelares. No solo por lo que supone en botines, sino más bien por el impacto que pueden llegar a tener en lo que a narrativa respecta.

Pese a la generación procedural de sus planetas, muchos de ellos dan la sensación de estar auténticamente vivos con su salvaje flora y fauna, desde minúsculas plantas venenosas hasta colosales criaturas que bien podrían ser parte de un museo jurásico. Existen muchos planetas icónicos que nos dejaran sin palabras, ya sea por su preciosa ambientación y escenografía como también por el intrincado diseño que los compete, y esto lo notaremos especialmente en las ciudades principales. El paso de los años no ha sido en vano y claramente se nota la experiencia del estudio. Aquello que inicio con unos simples asentamientos en Fallout 3 o aldeas de Skyrim ha tomado una forma mucho más compleja y dinámica con STARFIELD. A lo largo del juego encontraremos fábricas, cuevas, minas, subterráneos, templos, naves abandonadas en el espacio listas a ser atracadas. Pese a la libertad y escala de su mundo abierto, la atención por el detalle y el mimo se mantiene intacto en cada una de sus áreas con ese lenguaje visual tan marcado que lo caracteriza.

Una de sus más grandes virtudes, y quizás, donde más tiempo pasemos trasteando viene por el lado de sus naves y la enorme posibilidad de creación/personalización. En la mayoría de ciudades existen servicios de naves o técnicos especializados con quienes podremos dialogar para acceder a las opciones de compra o modificación personal. Y no solo eso, sino que incluso también podremos establecer nuestra plataforma de aterrizaje con una terminal con su propio constructor. Entonces, a partir de una nave común y corriente que tengamos registrada podremos añadir y quitar cada uno de sus módulos, rotarlos, combinarlos y adaptarlos a nuestras propias necesidades y gustos. Desde la bahía de aterrizaje, muelles de carga, motores, depósitos de gasolina, reactores, estructuras estéticas, escudos, armas y mucho más. Una vez que accedemos al menú de creación recibiremos una imagen tridimensional de la nave en cuestión con una hoja de información sobre el sistema de la nave; armas, escudo, motor, escudos, salto gravitacional, tipo de reactor, capacidad de tripulación, valor y masa. Inspeccionar en detalle cada módulo de la nave para modificarlo individualmente o por el contrario eliminar todo y construir de cero. Es una herramienta jodidamente potente y lo más de variada que permitirá crear auténticas maravillas parar los más dedicados, es más, la propia comunidad ya ha dejado alguna que otra perlita como el Normandy de Mass Effect, el Pelican de Halo o el Milennium Falon de Star Wars. También podremos seleccionar entre un listado de naves pre-establecidas para comprarlas y sumarlas a nuestra cochera estelar, pero… tendremos que tener los créditos suficientes porque no son nada baratas. La nave no solo sirve como un medio de transporte entre un sistema y otro, sino que también es un templo en el que compartir tiempo con la tripulación.

Hemos destacado muchas de sus bondades jugables y visuales, pero es hora de mencionar todas esas asperezas que necesitan de algunos ajustes. Para la época en la que nos encontramos el sistema de sigilo ha envejecido realmente mal con mecanicas muy básicas, que tras tantas entregas se podría haber trabajado un poco mejor. Lo mismo sucede con la IA. No ha mejorado en lo absoluto. Con personajes que son prácticamente esponjas de balas, y no son capaces de realizar una táctica de combate para ofrecer un reto mínimo. Incluso en sus picos de dificultad más elevado se convierte en todo un paseo. Son matices propios de Bethesda con los que hemos crecido, y que no se han revisado en lo más mínimo. Muchas otras áreas del juego brillan con una gran intensidad. Mientras que otras son francamente cuestionables como las direcciones creativas tomadas con respecto a la navegación espacial.

STARFIELD esta repleto de menus interactivos que funcionan como ‘viajes rapidos’ a través del espacio, es decir, podremos subir a la nave, y por mucho que pasemos navegando el espacio jamas llegaremos a un sistema estelar o de un planeta a otro, sino que necesitaremos entrar al menú y comenzar a interactuar con los distintos planetas para realizar viajes rapidos. Lo mismo sucede cuando estamos en el planeta. No existen vehículos, y ni siquiera podremos utilizar nuestra nave para ir de un punto de interés al otro, sino que tendremos que armarnos de paciencia y comenzar a caminar o correr si deseamos llegar a un determinado objetivo. Es recomendable realizar un escaneo del planeta antes de aterrizar para obtener información sobre qué tipos de recursos encontraremos en su interior. Esto último será de vital importancia para que podamos establecer puestos de avanzada, que permitirán extraer valiosos recursos, sin embargo, no es tan sencillo. No se trata solo de construir una baliza en el desierto, sino que la necesitamos cerca de una veta de minerales con sus correspondientes módulos de hábitat y equipos específicos, contenedores de almacenamiento, extractores, estación de tripulación, y mucho más. El sistema de puestos es una acción necesaria si deseamos conseguir recursos suficientes para craftear consumibles, mejoras o desbloquear nuevos proyectos de investigación. Tal y como sucede con la nave podremos asignar a nuestra tripulación para que administren los puestos por tan solo una módica suma o quizás con algo de persuasión negociamos aún mejor.

Según la hora local y el planeta en el que aterricemos veremos un rostro u otro de STARFIELD. Lo que quiero decir es que, existen momentos en que luce estupendo. Tan bien que inmediatamente pausaremos el juego para entrar a su menú y jugaremos con su modo fotografía para capturar la esencia de esa ambientación tan conseguida. Mientras que en otros sentiremos que no ha evolucionado lo suficiente como para llamarlo un auténtico juego de nueva generación. Técnicamente, STARFIELD no aprovecha al máximo las capacidades técnicas de la nueva generación. Tampoco cuenta con soporte nativo para efectos de Ray Tracing o DLSS de NVIDIA –al menos de lanzamiento-.  Por lo que encontraremos un apartado técnico más bien humilde, que ya comienza a lucir las limitaciones de un motor gráfico algo desfasado con texturas poco definidas, sombras irregulares o modelados flojos. Esto último recordara a Cyberpunk 2077 de CD Projekt Red con su fotocopiadora de personajes con rostros inexpresivos con ciertos fallos de físicas, flotando en el aire o que corriendo tras las escenas cinemáticas. Pese a sus desaciertos técnicos, para tratarse de un juego de Bethesda, ha llegado bastante reducido en lo que se refiere a BUGS o glitchs, por lo que ha pasado con luz verde su proceso de calidad. No hay mucho para reprocharle con respecto a la estabilidad. Este humilde servidor ha jugado por algo más de 120 horas, y no he notado bugs que afecten o empañen en demasía la partida, pero no puedo decir lo mismo de su optimización, que me ha dejado algo frio.

He utilizado un equipo compuesto por un i9 10900 – 32gb DDR4 3600mhz – Nvme de 2tb Firecuda 530 Gen4 con una velocidad de escritura estimada en 7000rpm, AMD Radeon 6800 XT con 16gb de VRam y una Sound Blaster AE9, todo esto alimentado con una PSU de 750w Seasonic Titanium TX. Equipo que supera holgadamente los requerimientos mínimos y recomendados del estudio norteamericano, y que sin embargo, ha sudado la gota gorda para mantener una tasa de 60fps en una resolución nativa de 1440p con una calidad grafia ultra. Es más, incluso esta tasa de frames ha llegado a tocar los 40 e incluso 30fps según la zona en la que me encuentre, siendo New Atlantis uno de las áreas más demandantes con una más que considerable demanda visual. En los interiores o mazmorras sentía el subidón de FPS, que por momentos rasgaba los 70fps, mientras que en ciudades con mayor cantidad de personajes y efectos visuales bajaba alrededor de 40fps. A esto también debo mencionar los problemas ocasionados al mantener una gran cantidad de partidas guardadas, que desencadenan un molesto Stuttering o los problemas de instalarlo en un HDD ordinario con exagerados tiempos de carga e irregularidades sonoras con fallos de sincrinozación en las voces. Esto se “soluciona” instalando el juego en un SSD o un NVMe.  Afortunadamente, estos últimos fallos se han solucionado con su más reciente actualización, que también trajo mayor estabilidad.

Pese a su “cuestionable optimización” eso no quita la maestría de Bethesda en lo que a dirección artística compete con planetas que lucen estupendamente bien. Entornos totalmente únicos y de lo más variados. Flora y fauna local para cada pequeño punto de la galaxia con un gran amor por el detalle. Desde el más pequeño de los insectos hasta el más grande de las criaturas con sus propios rasgos y agresividad. Lo mismo sucede con sus escenarios que cuentan con diseños inusuales y apuestan por la verticalidad. Edificios tan gigantescos que abruman con su imponente escala, y un sistema de viajes a través de subtes, metros o elevadores que le sienta genial. La ciudad de Neon con ese vibrante toque de cyberpunk o Paradiso con esa pinta vintage tan cuidada. STARFIELD entrega preciosas postales artísticas. 

Aunque Bethesda ha entregado un juego que funciona bastante bien y se ve decente en comparación con los gráficos de Fallout o Skyrim en el lanzamiento, los gráficos no se ven tan bien como podrían considerando las capacidades modernas y en comparación con otros lanzamientos recientes. Es posible que su escala influyera en esto, pero no significa que no se puedan agregar actualizaciones gráficas mediante parches futuros. A lo que la propia Bethesda ha comentado recientemente que comenzaran a centrarse en los pedidos de la comunidad, siendo los ajustes de brillo/contraste, HDR, FOV, soporte para resoluciones ultra-panoramicas de 32:9 y soporte para DLSS y XES de Intel. El futuro no luce nada mal para el nuevo niño mimado de Bethesda, y si algo hemos aprendido en el pasado, es su dedicación y pasión con la comunidad. Además, la propia comunidad se ha encargado de dar soluciones inmediatas a través de mods. No olvidemos que Fallout o The Elder Scrolls se mantienen vivo gracias a ellos, y con STARFIELD no será diferente.

Dicen que uno siempre regresa a donde fue feliz, para mí eso fue hace más de 15 años en un pedazo de tierra radioactiva en un yermo olvidado. Nunca imagine que volvería a sentirme como un niño con su juguete preferido. STARFIELD me ha recordado porque me encantan las aventuras de mundo abierto. Aventuras en las que puedo perderme en la inmensidad de sus escenarios para explorar librementemente sin ningún tipo de restricción. Bethesda tiene una capacidad nata para crear mundos jodidamente inmersivos, y su oda espacial no es la excepción. STARFIELD ha hecho que los minutos se convirtieran en horas, y las horas en días. Una aventura de ciencia ficción como ninguna otra, que demanda dedicación y mucha paciencia con una enfermiza atención por el detalle. Una vez más ha conseguido mantener viva esa llama de explorador que llevamos dentro con una dulce sensación de que algo extraordinario aguarda en los confines de la galaxia.

Temía que, tras Baldur’s Gate 3 la fórmula de Bethesda me pareciera anticuada, sin embargo, ha sido todo lo contrario. Es justo lo que podría esperar cualquier seguidor del estudio americano. Un Fallout espacial con todas las letras, con todo lo bueno y malo que ello implica. Técnicamente tiene importantes lastres, con mecánicas algo genéricas para la actualidad, y tiempos de carga camuflados a través de menús interactivos. Sin embargo, solo son matices en todo un puñado de efectividad. Antes corríamos a coger una caja para meternos dentro e imaginar con lo que aguarda más allá de las estrellas. Bethesda se encarga de hacer realidad esos sueños con una aventura de ciencia ficción simplemente inolvidable.

Puntuación: 4.5 de 5.
  • La fórmula de Bethesda pero a una escala absurdamente mayor.
  • Una historia que se sigue con gran interés.
  • Gran variedad de planetas con su propia flora/fauna local y una ingente cantidad de secretos.
  • Una temática de ciencia ficción invaluable.
  • El sistema de creación de naves y puestos de avanzada están bien conseguidos.
  • Una vuelta de tuerca al new-game plus.
  • Artísticamente es una auténtica maravilla con una enorme variedad de entornos.
  • Los lastres técnicos que acarrea su “cuestionable” optimización.
  • Una IA mejorable.
  • A través del menú camufla los tiempos de carga.
  • Le lleva tiempo arrancar.

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